Escribe: Miguel Angel Giordano
La guerra de Malvinas, reivindicó nuestra soberanía sobre ellas y, a pesar del resultado, nos entregó “verdaderos héroes” que lucharon en ella.
Muchos soldados perdieron la vida en defensa de nuestra PATRIA, otros, quedaron mutilados como una marca permanente de la crueldad de la contienda. Los que resultaron ilesos, jamás podrán borrar de sus mentes y de sus corazones, todo el horror al que se vieron expuestos.
Entre esos héroes, también hubo “otros héroes” qué, como no podía ser de otra manera, siempre han estado y siguen estando al lado del ser humano.
¡Y son los perros!
En esa cruenta guerra, hubo 18 canes que acompañaron a nuestros soldados en las batallas y que pertenecían a la “Sección perros” de la Infantería de Marina de la Armada Argentina: Volf, Nando, Warner, You, Falu, Keni, Franky, Nick, Duque, Ranquel, Ñancul, London, Onix y Olaf.
En honor a todos ellos, quiero detenerme en cinco de ellos.
“Negro” y “Ñaro” (Eran los mejores del batallón, porque participaban de desarme de enemigos, control de detenidos y saltos de altura). Fueron muertos en acción.
“Xuavia” (era extremadamente celosa y guardiana). Estaba preñada cuando partió a Malvinas. La noche del 13 al 14 de junio, luego de soportar un intenso bombardeo británico sobre las posiciones argentinas, “Xuavia” regresó junto a las tropas patriotas a Puerto Argentino pero, repentinamente, se separó y corrió hacia la negrura de la noche. Varias horas después fue encontrada dándole calor con su cuerpo a un soldado del Ejército Argentino que estaba herido, a quien llevaron prontamente al hospital.
De no haber sido por Xuavia, ese soldado habría muerto congelado y desangrado. Luego del conflicto, la perrita regresó a su base y dio a luz a nueve cachorros.
“Mortero”, perro del Regimiento de Infantería (hoy Mecanizado) Nº 8. Estuvo siempre junto a sus compañeros de armas en Malvinas y volvió con ellos en el “Norland”, como “prisionero de guerra”.
Cuenta su compañero: “Mortero” nos acompañaba en cada una de las salidas y cruzaba el campo minado y las primeras líneas junto a nosotros hasta llegar a una tranquera.
Allí se detenía y quedaba observándonos hasta perdernos de vista. Cuando regresábamos (al término de tres o cinco días), se ponía contento, porque más que un simple perro…, “Mortero”era un amigo de los Soldados.
Una anécdota muy “grosa”, es que cuando sube al barco “Norland” que nos iba a trasladar. “Mortero” les orinó la alfombra. Los ingleses lo querían tirar al agua. No lo permitimos y regresó al continente con nosotros.
“Vogel”. El más longevo de todos. Era un ovejero alemán nacido en Puerto Belgrano.
Luego de la Gesta de Malvinas, este perro presidió todas las ceremonias de la unidad, luciendo en su capa la condecoración de Veterano de Guerra de Malvinas.
Al fallecer, el 1 de diciembre de 1991, fue enterrado en la Agrupación Perros de Guerra. Su tumba mira hacia las islas y es monumento en honor a todos los perros veteranos de guerra.
Pero, hubo un perro que no estaba dentro de esa sección y qué, aún hoy, sigue acaparando la atención de todos.
Se trata de “TOM”, un hermoso ejemplar cuya historia, ha sido contada por el Cabo 1º VGM Omar Liborio, del Grupo de Artillería 101 del Ejército Argentino:
El camión me esperaba afuera, junto a mis soldados y los equipos. Tomé un gran manojo de camperas y me dirigí a la carrera, pero se me cruzó un perro de la base que habíamos criado desde cachorro y me hizo caer. Me levanté maldiciendo, tomé otra vez las camperas y retomé mi camino, pero a los pocos metros otra vez el perro me hizo caer. De la bronca, lo tomé y le dije "Estás jodiendo, entonces venís con nosotros a Malvinas" y lo subí al camión.
Al ver el perro, el soldado Cepeda me preguntó asombrado - "¿Y eso mi Cabo Primero? ¿Como se llama el perro?".
Entre risas le contesté - "Desde hoy se llama Tom, porque vamos al Teatro de Operaciones Malvinas".
Al poco tiempo se transformó en el ser más mimado y querido entre todos, pero debíamos ocultarlo de los superiores, por eso en las inspecciones siempre estaba dentro de algún bolso, campera o saco de dónde solo salía su hocico para respirar.
Luego de unos días de espera en Santa Cruz partimos en un Hércules hacia las Islas Malvinas transportando a nuestro personal, dos cañones Sofma, un Unimog y desde luego a “Tom”, que para esa altura ya era otro soldado movilizado del Grupo de Artillería 101.
En Malvinas Tom se comportó como un bravo artillero. Cuando tirábamos con la máxima cadencia de fuego hacia los británicos, él se paraba delante del cañón como el mejor de los combatientes; siempre ladraba y jugaba con aquél que estaba bajoneado en los momentos de calma para darle ánimo. Cuando había "alerta roja de bombardeo naval", era el primero en salir del refugio para buscar a los más alejados y el último en entrar a cubrirse y, muchas veces, su instinto canino presintió los bombardeos aéreos antes que se gritara la alarma, lo cual manifestaba con ladridos que ya conocíamos. Compartía con nosotros la comida y los soldados le fabricaron un abrigo con los gorros de lana y bufandas.
El 11 de junio, a las 11:15 Hs, un avión pirata se lanzó frenéticamente sobre nuestra posición bombardeando nuestro cañón y haciéndolo estallar, nosotros corrimos a cubrirnos y Tom, como siempre, parado sobre una roca ladraba dando la señal de alerta.
El avión efectuó otra pasada, esta vez ametrallando con furia nuestra tropa que repelía el ataque con fusiles, en esta oportunidad, varios fueron heridos (yo entre ellos), y “Tom”, que corría avisándoles a los más distantes fue alcanzado por las esquirlas.
El humo y el olor a pólvora cubrieron el lugar. Como pudimos, heridos, buscamos a “Tom” y lo encontramos tendido sobre una piedra inmóvil, con sus grandes ojos negros mirándonos y despidiéndose lentamente de sus camaradas.
Allí quedó para siempre nuestro cañón y el mejor testigo de esta Gesta, nuestro querido “Tom”. Allá en la fría turba malvinera él es otro bastión argentino, que junto a los héroes que dieron su vida por la Patria, significan soberanía y un especial estilo de vida.
Cuando volví al continente, en honor a él, todos los perros que tuve se llamaron “Tom” y mientras yo viva así lo haré.
“Tom” fue mi mejor amigo. ¡Y yo... jamás olvido a mis amigos!
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En el año 2014, en homenaje a “Tom”, se inauguró una pieza escultórica en el pueblo bonaerense de Ascensión (de donde es oriundo el Cabo 1º Liborio), en el marco del Día Nacional del Perro y con la presencia de ex combatientes que nunca olvidaron a su mascota que acompañó a los soldados del Grupo de Artillería 101, que combatieron durante la Guerra de Malvinas.
El acto se realizó través del Programa Nacional de Tenencia Responsable de Perros y Gatos, que dirige el veterinario Juan Enrique Romero y la Asociación Protectora de Animales de Ascensión y La Angelita.
(Fuente: Google)
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